Por JAIRO FIGUEROA — EL ESPÍA
En Mocoa hay rincones que se vuelven costumbre, casi como una segunda casa. Y entre ellos, uno resalta con aroma a café recién hecho: Kaffeto, ese refugio donde se mezclan los acentos de los locales con las voces de turistas y viajeros que transitan por esta calurosa capital del Putumayo.
Desde que fue remodelado a finales de 2024, Kaffeto dejó de ser solo una cafetería para convertirse en un punto de encuentro obligado. Allí no solo se toma café: se habla de negocios, se cruzan ideas de política, se planean proyectos y, por supuesto, también se conversa sin reloj con los amigos de siempre.
Ubicado en un punto estratégico de la ciudad —contiguo a la Iglesia La Inmaculada y justo frente a la oficina operativa de la Fiscalía General de la Nación— Kaffeto tiene algo de oficina alterna y mucho de refugio amable. Es el tipo de lugar donde uno llega por un tinto y termina quedándose media tarde.
Pero Kaffeto no sería lo que es sin el sello de quienes lo lideran: Edward López y Catalina Riascos, profesionales que han sabido imprimirle calidez, orden y buen gusto al lugar. Con ellos, la atención no es solo buena, es personal. Se nota el cuidado en cada detalle, desde el saludo hasta la forma en que sirven los pasabocas: sencillos, bien pensados, perfectos para acompañar un café que, por cierto, es de origen regional y siempre está en su punto.
Usted debe visitar Kaffeto. No solo porque el café es bueno, sino porque es de esos lugares donde se siente que Mocoa está viva, pensando, conversando y soñando… con un sorbo de café en la mano.
