Mocoa, Putumayo – EL ESPÍA |
La ola de inseguridad que azota a la capital del Putumayo tiene en alerta a la comunidad mocoana, que manifiesta su preocupación por el incremento de hechos delictivos y la ausencia de autoridad frente a los recientes casos de violencia y hurto.
En los últimos días, los ciudadanos han denunciado una serie de situaciones violentas que han alterado la tranquilidad de la ciudad, tradicionalmente reconocida por su carácter amable y pacífico.
El pasado sábado 4 de octubre, el trabajador de la institución educativa PIO XII, Marino Cabrera, fue víctima de un ataque sicarial en pleno sector urbano. El hecho causó conmoción e indignación, pues Cabrera recibió impactos de bala que lo mantienen en recuperación. La comunidad exige una investigación ágil y resultados concretos.
Ese mismo día, en el barrio Olímpico, frente a Indercultura, el ciudadano Alexander Ovando fue víctima de hurto. Según relató, un hombre le robó una herramienta de trabajo esencial para su sustento. Las cámaras de seguridad captaron el hecho, pero hasta el momento no se conocen avances en la investigación.
A estos casos se suma la agresión al exconcejal Alonso Barrera Sánchez, atacado el domingo anterior por habitantes de calle, lo que puso en evidencia otro problema que crece sin control: la ocupación del espacio público por personas en situación de calle, algunas de ellas bajo el efecto de sustancias psicoactivas.
La comunidad ha expresado su malestar por la falta de presencia institucional y la escasa acción de las autoridades locales ante esta situación.

“No tenemos presencia de nuestro líder, que es el alcalde. Seguramente le interesan más las fotos y la farándula. Es un tipo inexperto para gobernar; a alguien que le quedó grande el municipio”, afirmó un habitante que prefirió mantener su identidad en reserva.
“Mocoa ahora está invadida por habitantes de calle, hurtos, atentados, drogadicción y sicarios. No hay alcalde; solo le interesa viajar y salir en pantallas”, agregó otro ciudadano.
La sensación de inseguridad, abandono y desconfianza se extiende entre los mocoanos, quienes reclaman acciones urgentes y efectivas para recuperar la tranquilidad.
Mocoa, que durante años fue vista como una ciudad amable y segura, enfrenta hoy uno de sus mayores desafíos: restablecer la confianza y garantizar la seguridad de su gente.